El Águila no puede volar, se halla sola en la planicie,
no tiene alas que agitar, las han cercenado,
mucho menos una montaña desde donde lanzarse,
impreca al Sol su desdichada condición,
observa que no puede trascender.
Si Dios existe, ella no lo siente,
la ha olvidado, nunca la escucha;
sus aspiraciones son como el aire,
nada perdurará ni nada alcanzará,
es todo una farsa.
Ella desearía la muerte antes que la mentira,
no tiene el valor para morir,
ni la fuerza para permanecer,
¿cuándo será que Aquel pueda dar,
por lo menos una respuesta,
a su despojada condición?
domingo, 27 de septiembre de 2009
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